Dejar ir

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Mientras inicio este artículo escucho las voces jóvenes de los amigos de mi hija menor que vinieron a despedirla. Mañana se va de Costa Rica para radicarse en Israel, una decisión que tomó hace casi dos años y que la lleva a dejar nuestra casa y la vida que tuvimos hasta hoy.

Conforme la fecha de su partida se fue acercando entré en una especie de parálisis intelectual y toda mi energía ha estado canalizada a tratar de pasar con ella el mayor tiempo posible, sintiendo cómo el tiempo avanzaba cada vez más vertiginosamente.  He pasado por muchos estados anímicos y ella también, pero en ningún momento se alteró su decisión de marcharse.

Hoy estamos a las puertas de este gran cambio, que pondrá una enorme distancia física entre ambas y que también, sin duda, afectará de muchas maneras lo que ha sido nuestra entrañable relación de madre e hija.

Es la vida, me dicen. es la vida me digo.

Pero no es suficiente ni me consuela, porque a mí me encanta ser mamá y estoy clara en que esta etapa de casi veinte años será distinta de ahora en más.

La tecnología ayudará y por supuesto trataremos de vernos con la mayor frecuencia, pero habrá desaparecido la vivencia cotidiana, el día a día, los fines de semana, la vacaciones, y esa maravillosa sensación que siempre tuve de estar para alguien de forma constante.

No me malinterpreten, ni piensen que si me siento de esta manera debí haber evitado su ida porque la verdad es que no quiero hacerlo, mi parte cerebral ha dicho siempre que es una muy buena oportunidad para ella y eso priva por encima de mis sentimientos.

Pero es difícil dejar ir. Los seres humanos nos aferramos a quienes amamos y muchas veces también a insulsos bienes materiales, porque tenemos un apego innato que además es alimentado dentro de nuestra cultura occidental.

Hoy yo tengo esa lucha interior profunda entre el deseo de apegarme a lo que fue esta vida que conocí hasta hoy y dejar ir a mi pequeña, a sabiendas  que todo cambiará a partir de ahora. No es sencillo ponerlo en palabras porque se trata de un verdadero desgarramiento, o como decimos en palabras sencillas, tengo el corazón roto.

Aun así, cuando mañana la abrace antes de que se aleje buscaré una sonrisa entre las lágrimas para prometerlo que siempre, pase lo que pase, estaré ahí para ella y que mi corazón, hoy y siempre, es su hogar.

4 comentarios en “Dejar ir

  1. Siempre son dolorosas las despedidas, ni el tiempo ni la tecnología ayudan a llenar ese vació y mas con la distancia que es entre Costa Rica e Israel. Mi hermano en febrero cumple 20 años de haber hecho lo mismo y por ello comprendo claramente tus sentimientos y lo que estas viviendo.

    A mis padres les ha tocado estar pegados a las noticias y ser presa de la angustia, de un tiempo en el que no se tenían noticias de mi hermano y el único medio tecnológico era calcular las horas de diferencia para hacer la llamada al numero de teléfono del comedor del kibbutz, casi como jugando tiro al blanco de tener la suerte de encontrarlo en esa madrugada en Costa Rica para encontrarlo al almuerzo en Israel, o calcular la agenda de trabajo para que a media mañana fuera la hora de la cena

    De todo corazón te digo, que ha valido la pena. Esas lagrimas que mis padres han derramado años atrás han tenido una recompensa y si me corresponde manifestar admiración es por mi hermano que se ha hecho de una vida independiente en un país lleno de dificultades pero que siempre ofrece mucho mas de lo que nosotros en estos espacios de la diaspora hemos de encontrar.

    Felicito a tu hija por esa valiente decision, a vos te doy el consuelo de que esta tomando la mejor decision que una judia adolescente ha de tomar, Israel es un pais que siempre abre las puertas a cualquier edad que el inmigrante decida ir, estando con el titulo del colegio en sus manos es la mejor edad para hacer semejante odisea de establecerse en un nuevo pais, aprendiendo un idioma extraño y luchar por hacerse alguien.

    Que D*os ilumine cada dia de vuestras vidas.y que cuando sean de encontrarse en esos breves momentos que la vida siempre brinda, que sean de regocijo para un recuerdo de siempre sonreír.

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  2. Por experiencia propia- ya que tengo 2 hijas viviendo afuera- no las dejar ir… simplemente el ir cambia. Si ellas están bien, yo también. Lo cotidiano cambia a un cotidiano distinto que la tecnología nos permite hoy. Siempre estamos pendientes de dónde están , qué hacen y cómo se sienten. Ha sido para mí un rpo eso de maduración de ambas, de aprender cada una a vivir su vida, compartiendo las alegrías y las tristezas y toda esa montaña rusa de emociones que estás sintiendo, seguirá existiendo. Sí es cierto, faltan los abrazos y el calorcito de un beso. Pero se complementa con otras satisfaccio es que incluso nos lleva a sentir ese calor a la distancia. Que tengan mucha fuerza ambas, porque un mundo diferente de mucho aprendizaje y mejor les espera, cada una siendo enteramente ella. Un abrazo!!

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